Al igual que ocurre con los grandes acontecimientos históricos que forman parte del imaginario colectivo, o del acervo común, al igual que sucede con las más excelsas páginas de la historia de la literatura, hay personas que trascienden a los proyectos, a los días, a los años y a las circunstancias. Una de las personas que -sin ninguna duda- ha trascendido -y trascenderá- a los años, a las circunstancias, y a los cambios (de todo tipo) es Nino Olmeda. Hablar de Nino es hablar de periodismo de verdad y con verdad, es hablar de periodismo de calle, y de información basada en el fundamento del criterio. En Servimedia tenemos el placer de contar con Nino, de escuchar a Nino, y de aprender de Nino. 

 

Está claro que el mundo actual nada tiene que ver con la realidad de hace casi treinta y cinco años (cuando Servimedia avanzaba en sus primeros pasos, pasos firmes pero primeros pasos), y está claro que el mundo del periodismo que conoció Nino entonces nada tiene que ver con el actual en lo que al tratamiento o presencia de la discapacidad se refiere. Y es que Nino suele hacer mirada retrospectiva sobre la evolución de la discapacidad, y se sigue rebelando ante las injusticias, y reconoce (alegrándose a veces, emocionándose en otras, sin que se note mucho) sobre los logros y los grandes pasos, haciendo referencia al papel de entidades como el Grupo Social ONCE, CERMI y el Comité Paralímpico. Nino también reflexiona sobre los grandes retos, las oportunidades, las obligaciones morales, y sobre el hecho de que lo social y la discapacidad (lo social de verdad, y la discapacidad como manifestación y reflejo de la diversidad humana) estén siempre presentes en la información, en el periodismo, en el debate, en los espacios públicos, en las conversaciones privadas, y en la vida. Se puede afirmar -sin temor a equivocarse- que Servimedia y Nino son un tándem perfecto, que el trabajo de Nino en Servimedia tiene un gran impacto (sí, impacto social, del de verdad, y con verdad) y ha servido para que la información social y la información sobre la discapacidad formen parte de la realidad informativa y del mundo.

 

A lo largo de la excelsa e ingente obra de Marco Tulio Cicerón los términos “verdadero” y “autenticidad” aparecen repetidos en numerosas ocasiones, incluso cuentan con capítulos, o títulos propios, y con fundamentación y defensa emocionada de los mismos. Nino Olmeda encaja en los dos conceptos; trayectoria auténtica y verdadera en el periodismo, trayectoria de las que permanecen. Cicerón también habla del placer (elemento recurrente en cualquier conversación con Nino), y del placer de la verdadera amistad, afirmando que “el placer de los banquetes, y de los encuentros, debe medirse no por la abundancia de las viandas sino por la reunión de amigos y la conversación”. Para el sabio romano son los saberes que dan sentido y “amplifican” la vida práctica, la real, aquellos que importan, y, entre éstos, “aquellos que viven y se comportan de tal forma que solo encuentran fidelidad, integridad, justicia y liberalidad, y en los cuales no hay codicia, ni pasiones vergonzosas…y cuya firmeza sea inquebrantable”. Sin estas exigentes virtudes éticas es imposible encontrar la amistad, para Cicerón, también para Nino Olmeda. Y es que Nino ha sabido sembrar, cultivar, cuidar, ganar, trabajar y apreciar la amistad de verdad, y ha logrado el reconocimiento y el aprecio unánime (sin división de opiniones). Es emocionante escuchar a los diferentes presidentes y presidentas de la Asamblea de Madrid (independientemente de su vinculación o trayectoria política) la opinión unánime sobre el papel de Nino, sobre su trabajo y sobre su autenticidad. La importancia de que un periodista con discapacidad esté en un sitio como la Asamblea de Madrid, la importancia de la profesionalidad y del respeto, y todo ello refrendado en varios encuentros y almuerzos que han servido para que todos los presidentes y presidentas de la Asamblea, o todos los grupos políticos, o sus respectivos responsables de comunicación, quieran mostrar el cariño, el afecto y el homenaje a Nino Olmeda, una vez conocida la noticia sobre su más que merecida jubilación. Me permito compartir parte de una conversación en uno de los mencionados homenajes donde -también por unanimidad de todas las personas y grupos políticos- concluyen que “Nino nunca se retirará, y siempre será militante de lo social, de la autenticidad, de la discapacidad, del respeto y de la decencia”.

 

El periodista, historiador, escritor, ensayista y poeta Ryszard Kapuscinski afirmaba que “para ser buen periodista, y para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos, buenas personas; las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Es uno de los muchos puntos en común entre Nino Olmeda y Ryszard Kapuscinski, además de la pasión por la historia, la literatura, la poesía. En las diferentes manifestaciones artísticas, en todas las disciplinas, también se dan cita la empatía, la fe, las adversidades o las tragedias. Así ocurre, también, en vidas e historias que emocionan, y que admira el propio Nino Olmeda. En todo ello ponía “énfasis emocional” en una reciente conversación; personajes como Gandhi y Tierno Galván, la vida y obra de Almudena Grandes, los avances de la ciencia, el descubrimiento de la penicilina, las historias y el contexto de los maquis, la democracia en España, la libertad de cada persona, la individualidad egregia frente al hombre masa, los avances de lo social, el activismo en la sociedad civil y los derechos de las personas con discapacidad.

 

Hablar con Nino Olmeda sobre el contexto político, y sobre la vida política en general, recuerda y evoca -también- a las ideas de Kapuscinski y al hecho de que “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Para Nino Olmeda la verdad, el rigor, lo social, la discapacidad, lo que de verdad importa siguen siendo lo esencial, la sustancia, el primer motor. Estoy seguro de que si Cicerón, Ghandi, Kapuscinski, Tierno Galván, Alexander Fleming, los diputados de nuestra última etapa constituyente, los diputados y diputadas de la Asamblea de Madrid, las presidentas y presidentes de la Comunidad, o cualquier persona, se encontrasen hoy con Nino, y después de compartir mesa, mantel y conversación, se despedirían de manera fraternal con un abrazo, dos besos (recetados por Nino), y con la expresión “adios, te deseo toda la felicidad, coleguita”, y que Nino enfatizaría que Koleguita  es con K, de Vallekas. Seguro que “el viejo profesor” también le diría a Nino que “hay que seguir estando al loro”, también en la profesión periodística, también en el siglo veintiuno.

 

Podría ser un cartel de toros, podría ser un cartel de auténticas figuras del toreo, de los carteles que son recordados, los que permanecen y trascienden a las hemerotecas, a los anaqueles, y a la memoria; Marco Tulio Cicerón, Ryszard Kapuscinski y Nino Olmeda, la plaza sería una plaza de primera (Servimedia, por ejemplo), la ganadería y el público serían muy exigentes, el resultado sería de triunfo para los tres lidiadores, y el triunfo sería clamoroso, de puerta grande, y salida a hombros, sin división de opiniones, con el público entregado, y con la felicitación, y el abrazo de los profesionales, de todos sus compañeros.

 

Hay quien sigue afirmando que no hay mejor escuela para la profesión periodística que la calle y el periodismo local, y Don Nino Olmeda lleva más de treinta años en la escuela de las calles, plazas y asambleas madrileñas. Se nos jubila Nino Olmeda, pero no se retira, Nino nunca se retirará. Honor al mérito, honor al periodismo “sosegado, reflexionado y excelente”, honor al mérito de Don Nino Olmeda. En nombre de tus compañeros de Servimedia, en nombre de tantas y tantas personas (conocidas y anónimas), gratitud, reconocimiento y felicidades, Nino, “Tronco”, Olmeda.